Durante el presente mandato, en San Cristóbal de La Laguna se han instaurado la megalomanía institucional dejando en el olvido las necesidades primordiales para los ciudadanos

A nadie se le escapa que ya estamos inmersos en la precampaña electoral, la antesala de la gran herramienta que la democracia nos ha legado a cada uno de los ciudadanos de este país. Las urnas se vuelven a desempolvar para mostrarse lustrosas ante nosotros, frente a quienes entendemos el derecho al voto como un compromiso además de una fiesta que no debemos dejar de celebrar.

Y con este ritual, en pocas semanas daremos paso al sano combate de los programas electorales, a los mensajes que cada organización política elabora con la intención de conectar con los vecinos, aquellos a los que muchos han olvidado durante los tres años y medio anteriores. Pero el ciudadano no es tonto aunque algunos, previo reparto de bocadillos de mortadela y verbenas ochenteras, quieran hacerlo creer.

En el municipio de San Cristóbal de La Laguna esta ha sido una legislatura verdaderamente plana, gris, falta de ambiciones y proyectos de envergadura. Desde el equipo de gobierno, más dividido de lo que algunos nos quieren hacer ver, se ha hecho políticas de cartón piedra, de esas que se plasman a tiro de foto y se ejecutan desde los escenarios más etéreos y a veces populistas. La inauguración de nuevas placas en el callejero o la pegada de cartelería sembrada de aparentes adoctrinamientos, se han instaurado en un municipio que merece políticas de altura, proyectos realizables que reviertan directamente en los vecinos y no en la campaña de imagen personal de unos pocos. ¿Se puede presumir de un municipio relegado al ostracismo, a la desidia y falta de iniciativas plausibles?, la respuesta es no.

Megalomanía institucionalizada

Durante el mandato que ahora se extingue, hemos visto la ciudad de La Laguna, cuna de la cultura del archipiélago y bastión de los grandes pensadores, doblegarse ante el abandono patrimonial, permitiendo que la suciedad y el poco decoro se hagan fuertes en las centenarias calles de la antigua Aguere. Los titulares de bermellón neón han mostrado no pocas promesas de alto impacto y bajísimo realismo. Justo en este momento me viene a la cabeza una hermosa canción de la conocida cantante italiana Anna María Mazzini Zoni –Mina-  titulada ‘Parole’. Palabras, palabras, palabras, eso es lo que a estas alturas podemos resumir como la ‘gran gestión’ de la que presumen aquellos que han estado más pendientes de los casos judiciales y paseíllos de cartón piedra que de la auténtica y eficaz gestión del municipio.

Y prometieron un gran ‘Laguna Arena’ mientras permiten que los chiquillos y chiquillas se mojen literalmente bajo las goteras en los pabellones y polideportivos, faltos todos ellos de mejoras de servicios. Instalaciones que en muchos barrios del municipio todavía sueñan. Y prometieron un nuevo Hospital Universitario mientras los centros de atención primaria carecen de servicios dignos y en muchos barrios tienen que hacerse los análisis de sangre en las instalaciones de los centros vecinales por una nefasta planificación en el ámbito de la sanidad. Y ofrecen públicamente suelo para la construcción de un nuevo estadio para el C.D. Tenerife mientras hay vecinos que duermen bajo cartones esperando que se apueste seriamente por la vivienda social. Y prometieron solucionar la problemática con la policía local, pero a día de hoy, y muchos fines de semana solo hay una patrulla operativa para todo el municipio durante la noche. Y prometieron un macro proyecto de “reflotamiento” parcial de la laguna que da nombre a la ciudad, apelando a la necesidad –que no pongo en duda- de más zonas verdes en el municipio, pero se han olvidado de los secarrales en los que han convertido muchos parques, que por falta de agua, limpieza y mantenimiento, actualmente son auténticos estercoleros. Y eso para los barrios que pueden presumir de ello, porque más allá de algunas estratégicas zonas, las áreas de esparcimiento en nuestro querido San Cristóbal de La Laguna brillan por carencias y ausencias.

Nadie discute que merecemos un municipio pleno, brillante y adaptado a la realidad del siglo XXI sin prostituir el legado de los siglos pasados. Nadie está en contra del desarrollo ordenado y el crecimiento económico y social, pero eso jamás será posible con el único argumentario de un puñado de ruedas de prensa efectistas y agradecidos titulares sujetos por los hilos del vacío. Merecemos grandes proyectos cimentados en los barrios, teniendo en cuenta a la juventud y la experiencia de nuestros mayores. Merecemos políticas de miras tan altas como realistas y efectivas. Simplemente, merecemos mucho más.

Promesas “húmedas” en un municipio abandonado
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