En la era de la información, donde el flujo de datos y mensajes es constante y abrumador, el correcto uso de la palabra se ha convertido en un pilar fundamental para la comunicación efectiva. La riqueza y precisión del lenguaje son elementos indispensables para transmitir ideas claras y construir una sociedad más culta y cohesionada. Sin embargo, en los últimos años, hemos observado con preocupación cómo la creciente cultura woke intenta manipular y distorsionar nuestro vocabulario, poniendo en riesgo la autenticidad y profundidad de nuestra lengua.

Febrero, 2025 © Juanca Romero Hasmen

La Real Academia Española (RAE) ha sido, durante siglos, la guardiana de las directrices lingüísticas que han permitido que el español evolucione de manera ordenada y coherente. La RAE ha sido la encargada de preservar la riqueza de nuestra lengua y de adaptarla a los cambios sociales sin perder su esencia. La importancia de seguir sus directrices radica en la necesidad de mantener una comunicación precisa y efectiva. El respeto a las normas gramaticales y ortográficas garantiza que nuestras palabras no solo sean comprendidas, sino que también mantengan su poder y significado originales.

Sin embargo, la cultura woke ha emergido como una corriente que, bajo la premisa de la inclusión y la diversidad, pretende imponer cambios lingüísticos arbitrarios y forzados. Este movimiento, que inicialmente se presentó como un esfuerzo por promover la igualdad y la justicia social, ha derivado en una cruzada por manipular el lenguaje y, en consecuencia, la realidad. El afán de modificar palabras y conceptos para adaptarlos a una ideología específica no solo empobrece nuestra comunicación, sino que también amenaza con desvirtuar la esencia misma de nuestra lengua.

Uno de los aspectos más preocupantes de esta tendencia es la imposición de un lenguaje neutro y despersonalizado que, en su intento de eliminar cualquier atisbo de discriminación, acaba por diluir las diferencias y matices que enriquecen nuestra comunicación. La introducción de términos y pronombres neutros, así como la modificación de palabras con connotaciones históricas y culturales, generan confusión y dificultan la comprensión mutua. Además, esta manipulación lingüística puede llegar a ser excluyente, ya que no todos los hablantes del idioma están familiarizados con estos nuevos términos y estructuras.

Es crucial entender que la evolución del lenguaje es natural y necesaria, pero debe darse de manera orgánica y consensuada. La manipulación deliberada del vocabulario con fines ideológicos no solo empobrece nuestra comunicación, sino que también genera divisiones innecesarias y polariza a la sociedad. La cultura woke, en su afán por imponer su visión del mundo, corre el riesgo de crear un lenguaje artificial y desnaturalizado, alejado de la realidad y de las necesidades comunicativas de las personas.

En este contexto, la RAE desempeña un papel fundamental como garante de la integridad y coherencia de nuestra lengua. Sus directrices y recomendaciones son el fruto de siglos de estudio y reflexión, y tienen como objetivo preservar la riqueza y precisión del español. Es fundamental que sigamos estas directrices y resistamos las presiones de aquellos que buscan moldear el lenguaje a su conveniencia. Solo así podremos garantizar que nuestra comunicación siga siendo clara, efectiva y auténtica.

La importancia de una correcta comunicación radica en su capacidad para conectar a las personas, transmitir conocimientos y construir un entendimiento mutuo. En una sociedad cada vez más globalizada, donde las barreras culturales y lingüísticas se desdibujan, mantener la precisión y riqueza de nuestro idioma es más relevante que nunca. Debemos valorar y proteger nuestro lenguaje, resistiendo las presiones de aquellos que buscan moldearlo a su conveniencia.

Me permito concluir afirmando que el correcto uso de la palabra es esencial para una comunicación efectiva y para la preservación de nuestra identidad cultural. Debemos seguir las auténticas directrices de la RAE y resistir las manipulaciones de la cultura woke, que amenazan con desvirtuar nuestra lengua. Solo así podremos garantizar que el español siga siendo una herramienta poderosa para expresar nuestras ideas y conectar con los demás en el siglo XXI.

EL PODER DE LA PALABRA EN EL SIGLO XXI: RESISTENCIA FRENTE A LA CULTURA WOKE
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