A lo lejos, allí donde el horizonte apenas llega a dibujarse, logré adivinar la silueta de un grupo de corredores, de esos que disciplinadamente acuden cada mañana a correr por el Camino de las Peras y alrededores. Allí estaba yo, sentado en uno de los bancos que las palomas se encargan de decorar constantemente con sus siempre coloristas cacas. En menos de dos minutos, aquellos deportistas habían alcanzado el punto en el que me encontraban, y justo frente a mí se detuvieron para hacer los estiramientos correspondientes. Reconozco que a modo de alcahuete o “viejo de visillo” puse el oído para escuchar lo que con no poca acritud, aquellos 4 hombres y una mujer comentaban.
El tema era la falta de infraestructuras acondicionadas para practicar deportes en el municipio de La Laguna. Así es que tras aquella conversación en la que yo ejercí de voyeur auditivo, me vine hasta aquí, frente a la pantalla de mi ordenador con la intención de juntar algunas ideas respecto a la gestión del deporte lagunero por parte de los responsables municipales.
En manos de la sangrante ineptitud
Desde hace dos años, coincidiendo con la llegada del insólito crisol de siglas políticas que ahora gobiernan el municipio, algunas de las áreas más sensibles han quedado relegadas al ostracismo en unos casos, y a la desidia en otros. Este municipio que siempre se ha caracterizado por dar grandes y buenos deportistas, por la calidad de sus equipos en las diferentes disciplinas deportivas, actualmente se encuentra sumido en un pozo oscuro, en manos de la dejadez y las políticas efectistas, aunque en este caso encaja mucho mejor el adjetivo populistas. En pocos años hemos visto como los pabellones deportivos y estadios han sido relegados a niveles de dejadez que nos recuerdan en algunos casos a auténticos almacenes de andamios a medio pudrir. Ejemplos como el estadio Francisco Peraza, donde ahora podrían habitar topos, monos y elefantes por el estado de sus instalaciones. Un estadio en el que el equipo representativo del municipio no puede jugar, los atletas no pueden entrenarse, y en el que los cascotes del enfermizo hormigón se están haciendo protagonistas.
Pero miremos a muchos pabellones deportivos, como el de Tejina por ejemplo, en el que las goteras han pasado a mostrarse como auténticas cascadas, en los que las palomas se han hecho inquilinas dejando las pistas y gradas bañadas en excrementos, etc. Incluso deportistas de élite que tienen que acudir un par de horas antes al entrenamiento para limpiar ellos mismos las instalaciones y achicar agua. ¿Dónde está el OAD La Laguna (Organismo Autónomo de Deportes de La Laguna)? ¿Está el deporte lagunero en manos ineptas?
El municipio que yo recuerdo es el C.B. Canarias y aquellas noches de baloncesto en el Juan Ríos Tejera, aquellos partidazos del Juventud Laguna, mis entrenamientos y competiciones de Taekwondo bajo las gradas de la Manzanilla… Recuerdo que por aquellos años el deporte en mi municipio no se relegaba exclusivamente a carreras con pintorescos dorsales y camisetas. Por aquellos tiempos el deporte también era exhibiciones en las plazas del municipio, la alegría de las gimnastas, de quienes practicaban el juego del palo o la lucha canaria. ¡Ahora de aquello poco o nada queda! El actual gobierno municipal está más preocupado por los focos y taquígrafos inclusivos que por salvaguardar los pilares de la identidad lagunera, entre los que sin lugar a dudas se encuentran sus deportistas.
No recuerdo en los años que tengo de memoria política y democrática, un gobierno municipal peor que este, descabezado, con rumbos dispares según el color de las siglas pactadas, en el que la absurdez y la incapacidad se intentan tapar con fotitos “instagrameras” y paseíllos muy populistas y nada populosos. San Cristóbal de La Laguna puede presumir de tener el deporte secuestrado por la ineficacia y la sumisión, y mientras tanto, la herida cada día es más sangrante. Trabajadores del OAD que suplican el cambio de área, ciudadanos que sienten ignoradas sus peticiones, subvenciones que no llegan, e insisto, instalaciones que simplemente no cuentan.
El deporte lagunero no se defiende con lagrimitas en el pleno, tampoco con soberbia. Se defiende dando la cara por él, como lo hace cada uno de los deportistas del municipio, con trabajo, mucho trabajo y planificación. Los laguneros no debemos dar la espalda a nuestros deportistas aunque estemos siendo testigos de cómo si lo hace el actual equipo de gobierno. Los laguneros debemos mantener impertérrito el orgullo a pesar de que aquellos que cobran por gestionar nuestro deporte, únicamente estén capacitados para jugar futbolines y alguna tabernaria partida de billar.
¡Fuerza, y que Dios nos coja confesados!